El padre, un posible traficante de armas, tal vez homosexual; la madre una alcohólica incestuosa, especialmente con su hijo menor, habían conocido la en sus primeros años de matrimonio, pero de pronto la fortuna llegó raudamente, hecho que despertó las sospechas del negociado del trafico de armas a cargo de Mauricio Schoclender y que la familia se trasladara al coqueto barrio de Zona , morada de la clase alta porteña.
La noche del cumpleaños numero 23 de Sergio (el de los hijos) regresaron a casa, después de que la madre tuviera una importante ingesta de alcohol en un restaurante de la zona. Para entonces, sus problemas con el alcohol eran algo serio. Tambaleante ganó la puerta de entrada del edificio donde vivían.
Pasada la medianoche, la mujer sintió deseos sexuales recurrentes por su hijo, cuando lo visitó en su propio cuarto proponiéndole una noche de placer, hecho ya repetido con antelación.Según la investigación judicial, Pablo odiaba a su madre porque ella, entre otras cosas, le había hecho propuestas incestuosas.
Pablo harto de la situación se reunió con su hermano en la cocina. Los investigadores dijeron que Pablo despertó a su hermano y empezaron a discutir sobre la posibilidad de matar a sus padres. Ya contaban con los 5.000 dólares que les había prestado un amigo días antes. Cuando Cristina Silva ingresó en la cocina tambaleante y con ganas de seguir la fiesta, pero con Pablo entre su regazo, este le dió un golpe infernal en la cabeza con una barra de acero de 20 kilos, acto seguido la mujer cayó al piso conmocionada, pero aun conciente, totalmente aturdida por tan brutal golpe. Sergio miró a Pablo mientras desenredaba una cuerda de yute trenzada que tenia en sus manos, tomó a la mujer por el cuello, ciñó con fuerza su gaznate y la estranguló. Los pies de la mujer se zarandearon como en una escena filmada por Quentin Tarantino y dejó de respirar minutos después.
Los hermanos se dirigieron al dormitorio de su padre, quien dormía sin sospechar que ya era viudo y que le quedan 2 minutos de vida. Sergio tenia la cuerda de yute con la que había ultimado a su incestuosa madre y Pablo bamboleaba el barra de hierro con el que había partido el cráneo a su madre.
Le obsequiaron la misma muerte. Un fulmínate garrotazo en la cabeza y Sergio hizo lo propio con su cuerda, acogotando el hombre, quien se retorcía peleando por su vida, la cual se esfumaba.
Tomaron los cuerpos, los metieron en bolsas de consorcio y los arrojaron en el baúl del automóvil estacionado abajo, huyendo raudamente.
La sangre comenzó a gotear por las hendijas del baúl.
El encargado de un edificio ubicado en la avenida Coronel Díaz al 2500 advirtió en la mañana del 30 de mayo de 1981 que un hilo de sangre manaba del baúl de un Dodge Polara estacionado en la zona. La investigación policial reveló que allí estaban los cuerpos sin vida del ingeniero Mauricio Schoklender y de su esposa Cristina Silvia Schoklender. Las cabezas de ambos estaban destrozadas por los golpes y envueltas en telas y bolsas de plástico.
Los hijos varones de la pareja, Pablo Guillermo(20) y Sergio Mauricio(23), se habían fugado. Hasta la noche anterior al hallazgo de los cadáveres, la familia -integrada además por Ana Valeria, hija del matrimonio- había vivido en el cuarto piso de un edificio ubicado en el barrio de Belgrano; el ingeniero Mauricio Schoklender era directivo de la firma Pittsburgh & Cardiff,empresa naviera, y la familia tenía una posición económica desahogada.
A su vez, Mauricio no tenía una buena relación con su esposa y Cristina Silva fue presentada como una mujer que tenía numerosos amantes fuera del hogar. Insistentemente, además, se señaló que abusaba o intentó abusar de su hijo menor, Pablo.
Después, emprendieron la fuga hacia Mar del Plata, donde se hospedaron en un hotel bajo falsas identidades. Allí decidieron separarse, porque advirtieron que los cuerpos de sus padres ya habían sido encontrados y que la Policía los buscaba intensamente. Fueron rápidamente atrapados: Sergio fue encontrado en la localidad bonaerense de Cobos, y Pablo, en Ranchillos, en la provincia de Tucumán.
Confesión y juicio
Pese a las negativas de los hermanos, la Justicia dio por probado que ambos mataron a sus padres a golpes con una barra de acero de 20 kilos.
Sergio confesó la autoría del doble crimen y libró de responsabilidades a su hermano;
Fue entre las 3 y las 6.45 de ese sábado. En el living del departamento de Belgrano, Pablo aprovechó la borrachera de la madre para asestarle un primer golpe. Según el fallo, luego Sergio le dio más golpes. La mujer terminó con la cabeza partida.
Posteriormente, de acuerdo a la Justicia, los hermanos discutieron qué hacer con su padre. Cerca de las 5 fueron al dormitorio y también lo golpearon en la cabeza con la barra de hierro. Con una soga lo estrangularon.
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